Finalmente el día llegó. Llegamos a San Cristobal como a las tres de la mañana, luego de mas de 10 horas de carretera, cansados pero con todo el entusiasmo que amerita la ocasión. Fuimos al hotel a descansar, nos esperaba un largo día. Nos habían recomendado llegar temprano pero la lluvia no nos dejaba movernos, así que cuando cesó lo suficiente para salir nos fuimos al estadio.
El ambiente en la ciudad era inigualable, todo tenía que ver con la copa, la gente, las tiendas, los carritos de perros calientes, en fin, se sentía en el ambiente.
Llegamos al estadio como a las tres de la tarde, la logística para entrar me parece que fue muy buena, no hubo congestión en ningun punto, total que a los pocos minutos ya estabamos dentro del muy bien llamado Templo del Futbol Venezolano. Para un fanático del futbol como yo eso fue como cuando un niño va a Disney World. Poco a poco se fue llenando yo creo que ya a las 6 de la tarde el estadio estaba a reventar, hasta este momento lo único que habia fastidiado un poco era la lluvia, pero gracias a nuestros ponchos (bolsas negras de basura que estaban vendiendo, jeje...) pudimos soportar sin muchos contratiempos.
Por fin el momento llegó, la ceremonia de apertura comenzó. Los bailes, la música venezolana, las coreografías, los fuegos artificiales; todo estuvo a la altura, sinceramente me sorprendió lo bien que estaba todo, debo decir que había subestimado la calidad del evento pero gracias a Dios superó con creces lo que yo esperaba. Peeero, lamentablemente nunca falta un pero, llegó lo que todos temíamos que iba a llegar: la política, el bendito fantasma que anda por todos lados últimamente, me dió mucha trizteza ver como una ceremonia que estaba quedando por todo lo alto se empañara de esa manera, primero con toda la politización que se ha visto y luego con consignas políticas de ambos bandos en las gradas.
Pero en fin, luego del "show" de Chavez, Evo y Maradona, venía a lo que habíamos venido: El Juego. La primera alarma fue la alineación, a diferencia de uno o dos jugadores, esta es la misma selección de hace dos o tres años. La segunda alarma llegó apenas había comenzado el juego, el exceso de confianza nos estaba perjudicando, subían todos a atacar y los contragolpes por las bandas eran letales, Bolivia pudo tranquilamente haberse adelantado en el marcador. Continuaba el juego y llegó lo que todos esperabamos: Gol de Venezuela. El estadio se iba a venir abajo, siempre he pensado que en el futbol no hay nada como celebrar un gol de tu equipo en el estadio, gritar al unísono junto a otras 40 mil almas es una sensación única. De aquí en adelante fue ir y venir de los dos equipos el empate se veía venir y llegó. En el segundo tiempo las cosas parecían un poco mejor, cayó el segundo gol de Venezuela y para sorpresa de todos nuestro "querido" técnico se quitó la careta y echo para atrás todo el esquema de juego, el loco iba a defender un gol de ventaja jugando de local y con más de la mitad del segundo tiempo por delante, y como las cosas no vienen solas pasó lo que tenía que pasar, Bolivia empató faltando poco para terminar el juego.
Para concluir, les digo que me vine muy feliz de lo que pude vivir, valió la pena todo el esfuerzo y sin duda fue una experiencia que le contaré algún día a mis hijos y nietos.
El ambiente en la ciudad era inigualable, todo tenía que ver con la copa, la gente, las tiendas, los carritos de perros calientes, en fin, se sentía en el ambiente.
Llegamos al estadio como a las tres de la tarde, la logística para entrar me parece que fue muy buena, no hubo congestión en ningun punto, total que a los pocos minutos ya estabamos dentro del muy bien llamado Templo del Futbol Venezolano. Para un fanático del futbol como yo eso fue como cuando un niño va a Disney World. Poco a poco se fue llenando yo creo que ya a las 6 de la tarde el estadio estaba a reventar, hasta este momento lo único que habia fastidiado un poco era la lluvia, pero gracias a nuestros ponchos (bolsas negras de basura que estaban vendiendo, jeje...) pudimos soportar sin muchos contratiempos.
Por fin el momento llegó, la ceremonia de apertura comenzó. Los bailes, la música venezolana, las coreografías, los fuegos artificiales; todo estuvo a la altura, sinceramente me sorprendió lo bien que estaba todo, debo decir que había subestimado la calidad del evento pero gracias a Dios superó con creces lo que yo esperaba. Peeero, lamentablemente nunca falta un pero, llegó lo que todos temíamos que iba a llegar: la política, el bendito fantasma que anda por todos lados últimamente, me dió mucha trizteza ver como una ceremonia que estaba quedando por todo lo alto se empañara de esa manera, primero con toda la politización que se ha visto y luego con consignas políticas de ambos bandos en las gradas.
Pero en fin, luego del "show" de Chavez, Evo y Maradona, venía a lo que habíamos venido: El Juego. La primera alarma fue la alineación, a diferencia de uno o dos jugadores, esta es la misma selección de hace dos o tres años. La segunda alarma llegó apenas había comenzado el juego, el exceso de confianza nos estaba perjudicando, subían todos a atacar y los contragolpes por las bandas eran letales, Bolivia pudo tranquilamente haberse adelantado en el marcador. Continuaba el juego y llegó lo que todos esperabamos: Gol de Venezuela. El estadio se iba a venir abajo, siempre he pensado que en el futbol no hay nada como celebrar un gol de tu equipo en el estadio, gritar al unísono junto a otras 40 mil almas es una sensación única. De aquí en adelante fue ir y venir de los dos equipos el empate se veía venir y llegó. En el segundo tiempo las cosas parecían un poco mejor, cayó el segundo gol de Venezuela y para sorpresa de todos nuestro "querido" técnico se quitó la careta y echo para atrás todo el esquema de juego, el loco iba a defender un gol de ventaja jugando de local y con más de la mitad del segundo tiempo por delante, y como las cosas no vienen solas pasó lo que tenía que pasar, Bolivia empató faltando poco para terminar el juego.
Para concluir, les digo que me vine muy feliz de lo que pude vivir, valió la pena todo el esfuerzo y sin duda fue una experiencia que le contaré algún día a mis hijos y nietos.
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